No dice nada nuevo. Pero nunca está de más recordar...
Extraído de club.motopoliza.com
Cualquier conductor que transite por asfalto ha de estar atento al estado de la calzada para no llevarse sustos, pero en el caso de los motoristas, la atención ha de ser mayor.
Resbalones e inestabilidad son enemigos feroces de los vehículos de dos ruedas, y conviene anticiparse a las condiciones del firme antes de llegar a él.
El principal peligro reside en las superficies deslizantes, por líquidos o aceites (desde la lluvia a los regueros de gasoil). Hay que prestar atención al asfalto brillante, pues es señal de que la adherencia del neumático va a disminuir. Siempre que podamos, hay que evitar los charcos, o pasar por ellos despacio e inclinando poco la moto.
En el caso del hielo, mucho cuidado. Las zonas oscuras en la nieve o lo que parecen charcos de agua suelen revelarse como placas de hielo peligrosas.
La niebla espesa también tiende a dejar el asfalto resbaladizo.
Ante estas señales, siempre hay que mantener la moto lo más recta que podamos, y evitar los cambios bruscos de velocidad y de trazada.
¿Y si la carretera está seca? En ese caso, tampoco conviene olvidarse del asfalto, y es que las condiciones del mismo pueden ser muy distintas a lo largo de tu recorrido.
Un asfalto de color gris y muy pulido implica poco agarre, mientras que si es oscuro y granulado, el deslizamiento será mínimo.
Grietas, baches y socavones pueden acechar: no les tengas miedo, pero no los subestimes.
La pintura de los pasos de peatones, líneas de separeción e indicaciones sobre la carretera siguen siendo un problema para los que conducen sobre dos ruedas. Precaución a la hora de pisar estas superficies.
Nuestro “sentido arácnido” también deberá detectar los imprevistos resbaladizos, como hojas secas, papeles, plásticos, cartones, respiraderos metálicos, gravilla o arena, sin obviar la humedad nocturna del relente.
NaCluT!!!
