A por un "Miguelñito"!!
Tras semanas de agónica espera... Distrayendo nuestras mentes con temas tan recurrentes como la inexorabilidad del paso del tiempo, o el clásico de dónde venimos y a dónde vamos... Por fin llegó el ansiado día del "Miguelito"...!!
Por fin, después de esperar, rezando al Gran Manitou... ofreciéndole sacrificios varios para que no lloviera, llegó el gran momento de deleitar nuestras almas y estómagos, con tan suculento bocadillazo, relleno de la más jugosa y sabrosa de las viandas que salen de nuestro amigo más gorrino. El "Miguelito"!!!
Y es que como suele decirse: del cerdo... hasta el rabo...!! Me gustan, hasta los andares!! Je, je, je...
Catorce de noviembre de dos mil diez.
Cinco y media de la mañana.
Suena el despertador... y éste que os habla, salta de la cama cual batracio cualquiera en noche de serenata...
Y dos saltos y medio más tarde, se encuentra perfectamente ataviado y preparado, con la ilusión propia y previa a cualquier día de salida.
A las siete menos diez, nos encontramos Tito y yo en el parking donde pernoctan nuestras monturas... y tras una charlita amena y matutina, arrancamos sendos motores dispuestos a rutear hasta el punto de encuentro.
Subimos por la C-15 hasta Canyelles, donde paramos para que Tito pasara por el cajero a rellenar cartera.
Y justo antes de salir para Vilafranca, -en el mismísimo medio de la rotonda-, nos pararon unos borrachos trasnochadores, zafios y patanes, que aliviaban vejigas impunemente y sin cortarse un pelo, con todos los innombrables, al aire matutino...
Nos pararon para preguntarnos cómo ir a no sé dónde. Y yo -que soy muy atento y comprensivo con esta clase de hijos de varios padres desconocidos- les mandé directamente a la autopista. A ver si antes de entrar -con un poco de suerte- les paraba un coche de esos con lucecitas y sirenas...
Salimos de allí -dejando atrás a esos impresentables pseudohumanos-, y tiramos para Vilafranca.
Tras un frescote fin de rutilla... llegamos al Monterrey, dejamos las motos en la puerta, y entramos a pedir unos cafelillos que calentaran nuestros ánimos...
Pero apenas acertamos a meter el azúcar, cuando llegaron K-RloteS y Canadian. Que viniendo -como vinieron- por el Ordal... llegaban congelaícos los pobres...
Y es que por esos lares, ya empieza a notarse la llegada inminente del invierno.
Así que los cuatro, cafelote en mano, pasamos un ratillo -y el frío- charlando. Y llegando a las ocho del día, salimos del bareto dispuestos a recorrer el camino que nos quedaba hasta Ca la Conchi...
Pero antes, pasamos el mono nicotínico al que estamos condenados los fumadores en invierno... y al que a partir de enero, nos van a condenar todo el año cuando queramos entrar en un bar.
Tras la dosis nicotínica, partimos de Vilafranca hacia Les Peces -donde nos encontraríamos con el amigo Moli.
Y lo hicimos, ruteando por las carreterillas interiores, en vez de pillar la N-340.
Tiramos para Sant Jaume dels Domenys... Sant Llorenç... La Bisbal del Penedès... Y finalmente, llegamos a la urbanización de Albinyana, donde se ubica el boliche donde preparan los ya internacionalmente conocidos "Miguelitos".
Llegamos, y en la puerta, nos esperaba ya el compañero Moli. Que extrañado por la tardanza... pensó que habíamos salido tarde. Pero no. Simplemente fuimos dando un rodeíllo... para salir un poco de la rutina monótona de la nacional...
Así pues, ya estábamos los cinco en la Conchita!! El gran momento, cada vez más cerca...
Pasamos al interior del garito, y nos fuimos directamente al fondo del mismo. Donde se encuentran las mesas más espaciosas, retiradas, y discretas... Y allí nos despojamos de chupas, cascos, guantes, bragas y atuendo variado, para que nada impidiera el disfrute más natural del pedazo de almuerzo que nos aguardaba...
La Conchi, -que nos reconoció nada más entrar- enseguida nos preguntó:
- Cuantos??
- Cinco! Y un par de "Bravas"... Que venimos con más hambre que el perro del afilador...! Je, je, je...
Nos trajeron el bebercio... Las "bravas"... Y en tres entregas, los cinco "Miguelitos".
Cinco "Miguelitos"... como cinco soles...
Sacamos las muelas para las ocasiones especiales, y sin pensarlo, les hincamos el diente en tó lo gordo...!! Je, je, je... Qué ricos!!!
Allí, degustando tan especial bocadillo... y saboreando unas papas no menos singulares, pasamos uno de los mejores almuerzos que pueden ofrecer nuestras carreteras a cualquier grupete motero.
Y es que ir a Ca la Conchi, siempre ha sido sinónimo de buen almuerzo y mejores tapas.
Pero desde que descubrimos a nuestro amigo "Miguelito"... Decir "Conchi", significa decir suculento... sabroso... jugoso, y apetitoso...
Coño! Si es que no hay adjetivos suficientes en la lengua de Quevedo, ni en la de Maragall, que sean capaces de describir las sensaciones a las que se somete alguien, cuando sostiene con cariño -y con ambas manos- un "Miguelito"...
Cuando clava parsimoniosamente los piños en su carne... y un torrente aceitoso de especias, invade -cual tsunami- la boca y el espíritu de quien tiene la suerte de probarlo.
Uno a uno, fuimos terminando cada cual con el suyo... y llegó la hora de los cafelotes.
De los cafelotes... y de la sobremesa.
De la charla tranquila y agradable, que se mantiene después de haber llenado el buche con placer... alegría... y excelente compañía...
El compañero Moli -que entraba de tarde ese día-, comentó la posibilidad de salir a la calle a estirar las piernas. Pues se estaba "cuadrando"... y no era cuestión de pillar morriña.
Así que salimos. No sin antes liquidar cuentas con la Conchi... y felicitarla una vez más por las exquisiteces que mete en ese pedazo de estrella rutilante de nuestros almuerzos más preciados...
Salimos a la calle, y poco después, llegaron Betty Boop y David... a pasar un ratillo con nosotros.
Así que continuamos la conversación fuera, entre las motos, y bajo un solete que no recordaba para nada el frescote mañanero al que se vieron sometidos los compañeros K-RloteS y Canadian.
Pero si el amigo Moli entraba de tarde... también lo hacía Tito. Aunque una hora después... Así que no tardamos mucho en reorganizarnos, y tras despedirnos de la Moli's Family, nos dispusimos a rutear un ratillo por la N-340, hasta la capital de l'Alt Penedès.
Salimos de Les Peces. Fuimos a buscar la nacional... Y por ella rodamos a velocidad de crucero.
Uno tras otro, fuimos devorando los veinti-pico kilómetros que nos separaban del Monterrey... Y si esa mañana, arrancábamos rutilla desde allí, justo fue que allí la termináramos.
Llegamos... Montamos las burras en la acera, frente al boliche... y entramos a pedir nuestros zumitos variados de cebada.
Unos, zumito enterito... Otros, sin alcohol... y otros, mezclado con limón. Pero todos, zumito de cebada.
Guinda perfecta para el final de cualquier salida. Y esa no iba a ser menos...!
Lamentablemente, comprobamos que las acostumbradas mesas de fuera, no estaban... Así que los fumadores propusimos tomarnos las fresquitas en el banco de la rambla... y los no-fumadores, accedieron sin problemas a ello.
Pero la simpática camarera, no quiso... y se empeñó en sacarnos una mesa del interior.
Algo que la honra, pues como nos contaría más tarde... no montaron la terracita porque les habían metido un multazo...
Vaya tela...!
Así pues, felizmente sentados, a las puertas de nuestro local especial de encuentros ruteros y almuerceros... terminamos la salida, observando como el cielo empezaba a encapotarse peligrosamente...
Con lo cual, no tardamos en liquidar cuentas... despedirnos cariñosamente... y salir cada cual para su zona.
Felices, contentos y satisfechos, de la estupenda mañana pasada.
K-RloteS -para variar- erró la rotonda que tenía que voltear para regresar a la N-340... Pero bueno, para la próxima no se equivocará... Principalmente, porque ya no le quedan salidas para equivocarse...
Desde aquí, un fuerte abrazo gremial, desde otro "despistao en la ruta"... je, je, je...
Tito y mi menda lerenda, bajamos por la C-15... hasta llegar a Canyelles. Donde pillamos una carreterilla interior –en la que vimos una peregrinación de Mustangs-, que nos llevaría hasta Sant Pere de Ribes. Y de allí a La Blanca Subur, sólo queda un paso...
Así que llegamos al parking... dejamos a nuestras niñas en su subterráneo hogar... y partimos -cada mochuelo a su olivo-, cada cual a su casa.
A soñar con la próxima e inminente aventura de AMICUS!
Que en ésta ocasión, sólo nos haría esperar dos días!! Pues el martes dieciséis, tenemos salida rutera y tranquila a Vila-seca... pero eso, ya es otra historia... Oh, Yeah!!!
Naclu2!!!