El párroco y el niño
Publicat: ds., 29 set. 2012, 18:13
EL PÁRROCO.
Un buen día, el párroco de un pueblo se encontró indispuesto con unos fortísimos dolores abdominales. Dado el grave estado en el que se encontraba, le trasladaron a la residencia, donde fue intervenido con urgencia.
Mientras el cura se encontraba dormido por los efectos de la anestesia, en la habitación de al lado una joven madre soltera daba a luz un precioso retoño. Desgraciadamente, la joven madre murió y el equipo médico se planteo qué hacer con el niño.
Uno de los médicos, tras mucho cavilar, dijo:
-'Mirad, vamos a adjudicárselo al cura, al fin y al cabo, el hombre le dará una buena educación'.
Dicho y hecho, al despertar el párroco se encontró con el bebé en su regazo, asustado preguntó:
-'¿Pero esto qué es?'.
El médico se acercó y le dijo:
-'Mire, este es el origen de sus dolores de barriga...'.
-'Pero, si esto es imposible' dijo el cura.
El médico le respondió:
-'No, hombre, con lo que han evolucionado los tiempos, ahora los
hombres se pueden quedar embarazados...'.
El cura se quedó pensativo decidiendo qué hacer con el niño. Y pensó:
-'Bueno, cuando vuelva al pueblo, diré que es hijo de una hermana mía
que ha fallecido y yo me haré cargo de educarlo'.
El párroco volvió así al pueblo y contó su historia. No sin algún
recelo, los habitantes del pueblo se acostumbraron a ver a partir de aquel día
al nuevo vecino que fue bautizado con el nombre de Juan.
Pasaron los años y el cura se hizo muy mayor. Cuando Juan contaba 25
años, el cura enfermo y, en su lecho de muerte, dijo:
-'¡Que venga Juan! !Que venga Juan!'.
El joven corrió al lado del cura:
-'¿Que quiere tío?',
El cura, haciendo acopio de valor le dijo:
-'Mira Juan, tengo un gran secreto que contarte, y antes de morir debo decírtelo...'.
Juan interrumpió al párroco y le dijo:
-'Tranquilo tío, no hace falta, desde hace años ya me he imaginado que
en realidad es usted mi padre'.
Y armándose de valor el cura le dice:
-'¡NO!... Yo soy tu madre...., ¡Tu padre es el Arzobispo de Cuenca!.
Un buen día, el párroco de un pueblo se encontró indispuesto con unos fortísimos dolores abdominales. Dado el grave estado en el que se encontraba, le trasladaron a la residencia, donde fue intervenido con urgencia.
Mientras el cura se encontraba dormido por los efectos de la anestesia, en la habitación de al lado una joven madre soltera daba a luz un precioso retoño. Desgraciadamente, la joven madre murió y el equipo médico se planteo qué hacer con el niño.
Uno de los médicos, tras mucho cavilar, dijo:
-'Mirad, vamos a adjudicárselo al cura, al fin y al cabo, el hombre le dará una buena educación'.
Dicho y hecho, al despertar el párroco se encontró con el bebé en su regazo, asustado preguntó:
-'¿Pero esto qué es?'.
El médico se acercó y le dijo:
-'Mire, este es el origen de sus dolores de barriga...'.
-'Pero, si esto es imposible' dijo el cura.
El médico le respondió:
-'No, hombre, con lo que han evolucionado los tiempos, ahora los
hombres se pueden quedar embarazados...'.
El cura se quedó pensativo decidiendo qué hacer con el niño. Y pensó:
-'Bueno, cuando vuelva al pueblo, diré que es hijo de una hermana mía
que ha fallecido y yo me haré cargo de educarlo'.
El párroco volvió así al pueblo y contó su historia. No sin algún
recelo, los habitantes del pueblo se acostumbraron a ver a partir de aquel día
al nuevo vecino que fue bautizado con el nombre de Juan.
Pasaron los años y el cura se hizo muy mayor. Cuando Juan contaba 25
años, el cura enfermo y, en su lecho de muerte, dijo:
-'¡Que venga Juan! !Que venga Juan!'.
El joven corrió al lado del cura:
-'¿Que quiere tío?',
El cura, haciendo acopio de valor le dijo:
-'Mira Juan, tengo un gran secreto que contarte, y antes de morir debo decírtelo...'.
Juan interrumpió al párroco y le dijo:
-'Tranquilo tío, no hace falta, desde hace años ya me he imaginado que
en realidad es usted mi padre'.
Y armándose de valor el cura le dice:
-'¡NO!... Yo soy tu madre...., ¡Tu padre es el Arzobispo de Cuenca!.