Digno de ser leido...
Publicat: dl., 12 març 2012, 11:49
Me acaba de llegar éste correo, que pide a gritos ser reenviado.
Así que lo cuelgo aquí para -primero- compartirlo con vosotros...
Espero que os guste. A mí... me ha encantado...!
Y más, cuando al final del texto he descubierto quien lo escribió...
Ahí va el e-mail:
Cuesta tantísimo encontrar en este país alguien que ame a los catalanes, que sería pecado no reenviar este correo.
Lo más triste del caso es que por norma general no nos quieren porque sus abuelos y padres ya no nos querían y ellos transmiten ese desamor a sus hijos pero… quien se quedaría en casa de sus padres sabiendo que no es querido ni por ellos ni por sus hermanos??? Quien no querría abandonar la casa de sus padres para independizarse???
Quizás los catalanes no seamos tan extraños después de todo.
Artículo aparecido en La Voz de Galicia. Febrero de 2007.
Me gustan los catalanes porque a lo largo de su historia acogieron e integraron a
íberos, fenicios, cartagineses, griegos, romanos, judíos, árabes y
toda clase de charnegos y sudacas, sin conocer los problemas que
afectan ahora a Francia; es un ejemplo.
Me gustan los catalanes porque ya el 7 de abril de 1249 (uno va hacia Matusalén)
el rey Jaime I nombró a cuatro prohombres de Barcelona (los paers)
para dirimir los conflictos de la ciudad sin violencias ni reyertas.
Esos hombres sabios, que pasaron a cien en 1265, (el Consell de
Cent), iniciaron el sistema del gobierno municipal de Barcelona.
Gracias a ellos reinó allí la concordia, y antes de empuñar las
armas prefirieron siempre emplear la razón.
Me gustan los catalanes porque en toda su historia no han ganado ni una sola
guerra, y encima les da por conmemorar como fiesta nacional una de
las batallas que perdieron en 1714 a manos de las tropas de Felipe
V de Borbón. Cataluña había dejado de ser una nación soberana.
Desde entonces, cada 11 de septiembre muchos catalanes y catalanas,
como hay que decir ahora, se manifiestan para reclamar sus libertades.
Me gustan las catalanas porque una de ellas, joven y bien plantada por cierto, no
vaciló en pegarse a mi espalda durante cuatro días en el asiento
trasero de una vespa cuando recorrí la península en pos de Prisciliano.
Me gustan los catalanes porque tienen de emblema un burro tenaz, trabajador y
reflexivo, muy alejado del toro ibérico cuyas bravas y ciegas
embestidas lo abocan la muerte.
Estos animales son de una raza registrada, protegida, y prolíferos
sementales.
Al igual que el cava, se exportan a numerosos países
para mejorar la especie autóctona, como a Estados Unidos, donde
crearon el Kentucky-catalan donkey . Y allí no piensan, ni mucho menos,
en boicotearlos.
Cierto es que en el carácter catalán confluyen las virtudes del asno. Pero los rasgos
diferenciales no se limitan a los de este cuadrúpedo. La población
catalana se define por una doble característica : el seny y la rauxa.
El seny implica sabiduría, juicio mesurado y sentido común. Tenía
seny aquel catalán que iba en un compartimiento de un tren al lado
de la ventanilla. Tiritaban de frío y los otros pasajeros le pidieron que
la subiera: 'Es igual', contestó a varias solicitudes, hasta que un
mesetario se levantó furioso y alzó la ventanilla... ¡cuyo cristal estaba roto!
'Es igual', volvió a repetir el buen hombre con toda su santa cachaza.
Al seny le responde la rauxa, asimilable a la ocurrencia caprichosa, la boutade
(frase ingeniosa y absurda). Cuando de joven y surrealista Dalí iba
en el metro y veía a un cura con sotana, le decía: 'Siéntese, señora'.
La alianza de estas dos facetas en un solo individuo forma
el carácter catalán, que se comunica, se comparte y se aprecia. El
otro día al regresar a París en avión desde Barcelona quise ayudar
a un pasajero, dada la exigüidad del espacio, a ponerse el abrigo:
'No, por favor, no se moleste, que bastante trabajo me cuesta a mí
sólo'.
Pero lo más refinado lo percibí en el taller del ceramista
Artigas. Él y Joan Miró estaban trabajando en el mural del aeropuerto
de Barcelona. Le pedí a Miró que le dedicara una lito a mis hijos. Puso:
'Para Manu y Antoine, afectuosament'. Cuando la vio Artigas hizo este
parco comentario: 'Te lo escribió en catalán para ahorrarse una letra'.
Me gusta Cataluña porque allí, según Arcadi Espada, don Quijote recobró la razón, sin
duda contagiado por el seny . Me hubiera dado mucha pena que el
Ingenioso caballero muriera loco.
Me gusta Cataluña, en fin y sobre todo, porque uno de mis hijos eligió su capital para
vivir en ella por ser una ciudad abierta, tolerante y discreta.
Ramón Chao
Músico, escritor y periodista, Caballero de las Artes y las letras por el gobierno francés y
padre del cantante Manu Chao.
Así que lo cuelgo aquí para -primero- compartirlo con vosotros...
Espero que os guste. A mí... me ha encantado...!
Y más, cuando al final del texto he descubierto quien lo escribió...
Ahí va el e-mail:
Cuesta tantísimo encontrar en este país alguien que ame a los catalanes, que sería pecado no reenviar este correo.
Lo más triste del caso es que por norma general no nos quieren porque sus abuelos y padres ya no nos querían y ellos transmiten ese desamor a sus hijos pero… quien se quedaría en casa de sus padres sabiendo que no es querido ni por ellos ni por sus hermanos??? Quien no querría abandonar la casa de sus padres para independizarse???
Quizás los catalanes no seamos tan extraños después de todo.
Artículo aparecido en La Voz de Galicia. Febrero de 2007.
Me gustan los catalanes porque a lo largo de su historia acogieron e integraron a
íberos, fenicios, cartagineses, griegos, romanos, judíos, árabes y
toda clase de charnegos y sudacas, sin conocer los problemas que
afectan ahora a Francia; es un ejemplo.
Me gustan los catalanes porque ya el 7 de abril de 1249 (uno va hacia Matusalén)
el rey Jaime I nombró a cuatro prohombres de Barcelona (los paers)
para dirimir los conflictos de la ciudad sin violencias ni reyertas.
Esos hombres sabios, que pasaron a cien en 1265, (el Consell de
Cent), iniciaron el sistema del gobierno municipal de Barcelona.
Gracias a ellos reinó allí la concordia, y antes de empuñar las
armas prefirieron siempre emplear la razón.
Me gustan los catalanes porque en toda su historia no han ganado ni una sola
guerra, y encima les da por conmemorar como fiesta nacional una de
las batallas que perdieron en 1714 a manos de las tropas de Felipe
V de Borbón. Cataluña había dejado de ser una nación soberana.
Desde entonces, cada 11 de septiembre muchos catalanes y catalanas,
como hay que decir ahora, se manifiestan para reclamar sus libertades.
Me gustan las catalanas porque una de ellas, joven y bien plantada por cierto, no
vaciló en pegarse a mi espalda durante cuatro días en el asiento
trasero de una vespa cuando recorrí la península en pos de Prisciliano.
Me gustan los catalanes porque tienen de emblema un burro tenaz, trabajador y
reflexivo, muy alejado del toro ibérico cuyas bravas y ciegas
embestidas lo abocan la muerte.
Estos animales son de una raza registrada, protegida, y prolíferos
sementales.
Al igual que el cava, se exportan a numerosos países
para mejorar la especie autóctona, como a Estados Unidos, donde
crearon el Kentucky-catalan donkey . Y allí no piensan, ni mucho menos,
en boicotearlos.
Cierto es que en el carácter catalán confluyen las virtudes del asno. Pero los rasgos
diferenciales no se limitan a los de este cuadrúpedo. La población
catalana se define por una doble característica : el seny y la rauxa.
El seny implica sabiduría, juicio mesurado y sentido común. Tenía
seny aquel catalán que iba en un compartimiento de un tren al lado
de la ventanilla. Tiritaban de frío y los otros pasajeros le pidieron que
la subiera: 'Es igual', contestó a varias solicitudes, hasta que un
mesetario se levantó furioso y alzó la ventanilla... ¡cuyo cristal estaba roto!
'Es igual', volvió a repetir el buen hombre con toda su santa cachaza.
Al seny le responde la rauxa, asimilable a la ocurrencia caprichosa, la boutade
(frase ingeniosa y absurda). Cuando de joven y surrealista Dalí iba
en el metro y veía a un cura con sotana, le decía: 'Siéntese, señora'.
La alianza de estas dos facetas en un solo individuo forma
el carácter catalán, que se comunica, se comparte y se aprecia. El
otro día al regresar a París en avión desde Barcelona quise ayudar
a un pasajero, dada la exigüidad del espacio, a ponerse el abrigo:
'No, por favor, no se moleste, que bastante trabajo me cuesta a mí
sólo'.
Pero lo más refinado lo percibí en el taller del ceramista
Artigas. Él y Joan Miró estaban trabajando en el mural del aeropuerto
de Barcelona. Le pedí a Miró que le dedicara una lito a mis hijos. Puso:
'Para Manu y Antoine, afectuosament'. Cuando la vio Artigas hizo este
parco comentario: 'Te lo escribió en catalán para ahorrarse una letra'.
Me gusta Cataluña porque allí, según Arcadi Espada, don Quijote recobró la razón, sin
duda contagiado por el seny . Me hubiera dado mucha pena que el
Ingenioso caballero muriera loco.
Me gusta Cataluña, en fin y sobre todo, porque uno de mis hijos eligió su capital para
vivir en ella por ser una ciudad abierta, tolerante y discreta.
Ramón Chao
Músico, escritor y periodista, Caballero de las Artes y las letras por el gobierno francés y
padre del cantante Manu Chao.