Premios Stella - Las demandas más absurdas...
Publicat: dl., 26 nov. 2012, 02:28
Muy, pero que muy bueno...!!! Je, je, je...
Copiado del foro SCC:
Las demandas más absurdas, "Premios Stella"
Estados Unidos se han creado los "Premios Stella" para premiar cada año las demandas judiciales más absurdas y de gente más aprovechada.
El premio toma su nombre de Stella Liebeck, la mujer que en 1992 pasó por un McDonald, compró una taza de café -en los clásicos vasos de cartón térmico con la tapa de plástico-, subió a su vehículo para seguir su viaje, la puso entre sus piernas y, en una maniobra, el vaso se abrió y le quemó las piernas. Stella, en vez de decir: "¡¡Qué tonta soy!!, no debo poner los vasos de cartón con café caliente entre mis piernas mientras conduzco en el vehículo", demandó a McDonald, y el jurado terminó fallando a su favor por la suma de 2,9 millones de dólares.
Gracias a Stella, ahora las tazas de café en EE.UU. llevan un cartel que avisa a la gente: "¡Cuidado!, dentro hay una bebida caliente y puede quemarse". Vaya, ¡¡jamás se me hubiese ocurrido!!
Claro, advirtamos que luego de la apelación de McDonald, Stella cobró bastante menos, pero el costo judicial de estas demandas multimillonarias, y que principalmente benefician a los abogados en EE.UU., están convirtiendo su vida en una pesadilla para las grandes corporaciones. Al poco tiempo se abrió el "Premio Stella" para premiar las "mejores demandas" de cada año.
Las demandas más absurdas:
En 2004, Timothy Dumouchel, de Fond du Lac, Wisconsin (Estados Unidos), demandó a una compañía televisiva por haber hecho engordar a su esposa y transformar a sus hijos en “vagos zapperos“. “Creo que la razón por la que fumo y bebo a diario y por la mi mujer sufre sobrepeso es porque vemos la televisión a diario desde hace cuatro años.
En 2005, una mujer brasileña demandó a su compañero sentimental porque no conseguía que ella llegara al orgasmo. La mujer, de 31 años, aseguró que su pareja, de 38, terminaba acababa habitualmente las relaciones sexuales sin que ella hubiera logrado el orgasmo.
En 2007, un padre de Zhengzhou (China), no pudo llamar a su hijo “@” porque, según las leyes chinas, todos los nombres deben poder ser traducidos al mandarín.
En 2005, Pavel M., un preso rumano condenado a 20 años por asesinato, demandó a Dios basándose en que, en su bautizo, firmó un contrato en el cual Dios se comprometía a mantenerle alejado de los problemas. Este año, un senador estadounidense demandó a Dios por causar “catástrofes” en el mundo.
En 2005, el Tribunal de Apelación de Massachusetts (Estados Unidos) tuvo que decidir cuándo es peligrosa una técnica sexual. Una pareja, que llevaba varios años de relación, practicaba el coito cuando ella, de manera repentina, hizo una brusca maniobra que le fracturó el pene al hombre, que la demandó y requirió cirugía.
En 2005, Marina Bai, una astróloga rusa, demandó a la NASA por “interrumpir el equilibro del universo”. Reclamó que la sonda espacial Deep Impact, que debía impactar con un cometa a finales de ese año para recoger el material que resultara de la explosión con fines científicos, era un “acto terrorista”.
En 2007, un tribunal de la India tuvo que decidir si un condón vibrador es un anticonceptivo o un juguete sexual. Los condones contenían un dispositivo a pilas. Los denunciantes alegaron que los juguetes sexuales son ilegales en la India.
En 2006, un joven de Jiaxing, una región cercana a Shanghai, tuvo problemas con la ley del país asiático tras poner su alma a la venta en internet.
En 2004, Frank D’Alessandro, un funcionario judicial de Nueva York, demandó a la ciudad por las heridas que sufrió tras estallar el váter en el que estaba sentado.
En 2001, Cathy McGowan, de 26 años, ganó un concurso en un programa de radio por contestar correctamente a una pregunta. Demandó a la emisora porque el premio era un Renault Clio pero, cuando fue a recogerlo, le entregaron un coche de juguete.
Terrence Dickson, de Bristol (Pennsylvania), estaba abandonando una casa justo después de robarla, y decidió salir por el garaje. Pero no pudo salir por la puerta del garaje porque estaba rota, y al intentar volver a la casa se dió cuenta de que la puerta que conectaba ambas estancias era de un único sentido, por lo que no podía volver a la casa.
La familia estaba de vacaciones, y el señor Dickson (el ladrón) se encontró encerrado en el garaje durante 8 días. Para sobrevivir, lo hizo a base de latas de Pepsi y un enorme saco de comida para perros que encontró.
Denunció al dueño de la casa por los daños morales sufridos por aquel incidente, y el jurado accedió a situar la indemnización del propietario al ladrón en medio millón de dólares USA.
Kara Walton de Claymont, de Delawere, denunció con éxito al propietario de un Club nocturno de la ciudad, cuando ella se cayó desde la ventana del baño al suelo y se rompió los dientes en la caída. Esto ocurrió mientras la señorita Walton intentaba escaparse por la ventana del baño de mujeres para no pagar una cuenta de 3,50 dólares USA. El propietario tuvo que pagarle 2.000 dólares y los gastos dentales.
Un restaurante de Philadelphia tuvo que pagar a Amber Carson de Lancaster, Pennsylvania, 113.500 dólares USA después de que resbalara con un refresco y se rompiera el coxis. Dicho líquido estaba en el suelo porque ella se lo había lanzado a su novio media hora antes, durante una pelea.
Jerry Williams, de Little Rock, en Arkansas, quien percibió 14.500 dólares USA más los gastos médicos, despues de ser mordido en el trasero por el perro de su vecino.
El perro estaba encerrado en una jaula dentro del jardín de su propietario. La indemnización fue menor al percibir el jurado una cierta provocación en el hecho de que el señor Williams estuviera disparándole al perro desde arriba de la jaula con una pistola de balines.
Y... EL GANADOR ESSSSSSSS:
¡¡¡Mr. Merv Grazinski, de Oklahoma City!!! En Noviembre de 2000 se compró una caravana marca Winnebago de las grandes (de las que son a la vez coche y caravana). En su primer viaje, estando en una autovía, seleccionó una velocidad de crucero a 70 millas por hora (unos 120 km/h) y se fue a la parte de atrás a prepararse un café, con la caravana en marcha a semejante velocidad. No sorprende el hecho de que el camión/caravana siguiera recto y tomara la tangente en la primera curva y colisionara.
Mr. Grazinski, muy contrariado, denunció a Winnebago por no advertirle en el manual de uso de que el programador de velocidad no es un piloto automático que toma curvas, frena cuando es necesario e incluso detiene el vehículo si preciso fuere. Por ello, fue recompensado con 1.750.000 dólares USA más una nueva caravana. Actualmente, Winnebago advierte de tal circunstancia en sus manuales, para el caso de que algún otro imbécil compre uno de sus vehículos.
Copiado del foro SCC:
Las demandas más absurdas, "Premios Stella"
Estados Unidos se han creado los "Premios Stella" para premiar cada año las demandas judiciales más absurdas y de gente más aprovechada.
El premio toma su nombre de Stella Liebeck, la mujer que en 1992 pasó por un McDonald, compró una taza de café -en los clásicos vasos de cartón térmico con la tapa de plástico-, subió a su vehículo para seguir su viaje, la puso entre sus piernas y, en una maniobra, el vaso se abrió y le quemó las piernas. Stella, en vez de decir: "¡¡Qué tonta soy!!, no debo poner los vasos de cartón con café caliente entre mis piernas mientras conduzco en el vehículo", demandó a McDonald, y el jurado terminó fallando a su favor por la suma de 2,9 millones de dólares.
Gracias a Stella, ahora las tazas de café en EE.UU. llevan un cartel que avisa a la gente: "¡Cuidado!, dentro hay una bebida caliente y puede quemarse". Vaya, ¡¡jamás se me hubiese ocurrido!!
Claro, advirtamos que luego de la apelación de McDonald, Stella cobró bastante menos, pero el costo judicial de estas demandas multimillonarias, y que principalmente benefician a los abogados en EE.UU., están convirtiendo su vida en una pesadilla para las grandes corporaciones. Al poco tiempo se abrió el "Premio Stella" para premiar las "mejores demandas" de cada año.
Las demandas más absurdas:
En 2004, Timothy Dumouchel, de Fond du Lac, Wisconsin (Estados Unidos), demandó a una compañía televisiva por haber hecho engordar a su esposa y transformar a sus hijos en “vagos zapperos“. “Creo que la razón por la que fumo y bebo a diario y por la mi mujer sufre sobrepeso es porque vemos la televisión a diario desde hace cuatro años.
En 2005, una mujer brasileña demandó a su compañero sentimental porque no conseguía que ella llegara al orgasmo. La mujer, de 31 años, aseguró que su pareja, de 38, terminaba acababa habitualmente las relaciones sexuales sin que ella hubiera logrado el orgasmo.
En 2007, un padre de Zhengzhou (China), no pudo llamar a su hijo “@” porque, según las leyes chinas, todos los nombres deben poder ser traducidos al mandarín.
En 2005, Pavel M., un preso rumano condenado a 20 años por asesinato, demandó a Dios basándose en que, en su bautizo, firmó un contrato en el cual Dios se comprometía a mantenerle alejado de los problemas. Este año, un senador estadounidense demandó a Dios por causar “catástrofes” en el mundo.
En 2005, el Tribunal de Apelación de Massachusetts (Estados Unidos) tuvo que decidir cuándo es peligrosa una técnica sexual. Una pareja, que llevaba varios años de relación, practicaba el coito cuando ella, de manera repentina, hizo una brusca maniobra que le fracturó el pene al hombre, que la demandó y requirió cirugía.
En 2005, Marina Bai, una astróloga rusa, demandó a la NASA por “interrumpir el equilibro del universo”. Reclamó que la sonda espacial Deep Impact, que debía impactar con un cometa a finales de ese año para recoger el material que resultara de la explosión con fines científicos, era un “acto terrorista”.
En 2007, un tribunal de la India tuvo que decidir si un condón vibrador es un anticonceptivo o un juguete sexual. Los condones contenían un dispositivo a pilas. Los denunciantes alegaron que los juguetes sexuales son ilegales en la India.
En 2006, un joven de Jiaxing, una región cercana a Shanghai, tuvo problemas con la ley del país asiático tras poner su alma a la venta en internet.
En 2004, Frank D’Alessandro, un funcionario judicial de Nueva York, demandó a la ciudad por las heridas que sufrió tras estallar el váter en el que estaba sentado.
En 2001, Cathy McGowan, de 26 años, ganó un concurso en un programa de radio por contestar correctamente a una pregunta. Demandó a la emisora porque el premio era un Renault Clio pero, cuando fue a recogerlo, le entregaron un coche de juguete.
Terrence Dickson, de Bristol (Pennsylvania), estaba abandonando una casa justo después de robarla, y decidió salir por el garaje. Pero no pudo salir por la puerta del garaje porque estaba rota, y al intentar volver a la casa se dió cuenta de que la puerta que conectaba ambas estancias era de un único sentido, por lo que no podía volver a la casa.
La familia estaba de vacaciones, y el señor Dickson (el ladrón) se encontró encerrado en el garaje durante 8 días. Para sobrevivir, lo hizo a base de latas de Pepsi y un enorme saco de comida para perros que encontró.
Denunció al dueño de la casa por los daños morales sufridos por aquel incidente, y el jurado accedió a situar la indemnización del propietario al ladrón en medio millón de dólares USA.
Kara Walton de Claymont, de Delawere, denunció con éxito al propietario de un Club nocturno de la ciudad, cuando ella se cayó desde la ventana del baño al suelo y se rompió los dientes en la caída. Esto ocurrió mientras la señorita Walton intentaba escaparse por la ventana del baño de mujeres para no pagar una cuenta de 3,50 dólares USA. El propietario tuvo que pagarle 2.000 dólares y los gastos dentales.
Un restaurante de Philadelphia tuvo que pagar a Amber Carson de Lancaster, Pennsylvania, 113.500 dólares USA después de que resbalara con un refresco y se rompiera el coxis. Dicho líquido estaba en el suelo porque ella se lo había lanzado a su novio media hora antes, durante una pelea.
Jerry Williams, de Little Rock, en Arkansas, quien percibió 14.500 dólares USA más los gastos médicos, despues de ser mordido en el trasero por el perro de su vecino.
El perro estaba encerrado en una jaula dentro del jardín de su propietario. La indemnización fue menor al percibir el jurado una cierta provocación en el hecho de que el señor Williams estuviera disparándole al perro desde arriba de la jaula con una pistola de balines.
Y... EL GANADOR ESSSSSSSS:
¡¡¡Mr. Merv Grazinski, de Oklahoma City!!! En Noviembre de 2000 se compró una caravana marca Winnebago de las grandes (de las que son a la vez coche y caravana). En su primer viaje, estando en una autovía, seleccionó una velocidad de crucero a 70 millas por hora (unos 120 km/h) y se fue a la parte de atrás a prepararse un café, con la caravana en marcha a semejante velocidad. No sorprende el hecho de que el camión/caravana siguiera recto y tomara la tangente en la primera curva y colisionara.
Mr. Grazinski, muy contrariado, denunció a Winnebago por no advertirle en el manual de uso de que el programador de velocidad no es un piloto automático que toma curvas, frena cuando es necesario e incluso detiene el vehículo si preciso fuere. Por ello, fue recompensado con 1.750.000 dólares USA más una nueva caravana. Actualmente, Winnebago advierte de tal circunstancia en sus manuales, para el caso de que algún otro imbécil compre uno de sus vehículos.