En un pueblecito pequeño se conoce todo el mundo, y va un tío a confesarse; al cabo de unos minutos, cuando este hombre no se ha confesado de ningún pecado contra el quinto mandamiento, el cura le dice:
- Manolillo, tío, no estarás tonteando con alguna mujer ajena.
- No padre, de verdad que no...
- Ya, ya... dime, ¿es Fernanda, la esposa del panadero?
- Si le estoy diciendo que no...
- No me mientas, ¡que te estas confesando! ¿Es la Roberta?
- ¡¡Pero si esta casada con mi mejor amigo!!
- Manolillo, que me estas cansando, te lo advierto... ¿no será la mujer del cartero?
- Jolines, que no, si yo nunca me atrevería...
- Bueno, Manolillo, estoy harto. Has venido a confesarte y me estas mintiendo descaradamente, en estas condiciones me niego a darte la absolución. Quiero que te vayas y que reflexiones seriamente sobre la importancia de este comportamiento y sus consecuencias, y que luego vuelvas dentro de un mes a confesarte otra vez.
Así que el Manolillo se va, y al salir de la iglesia se encuentra con un amigo.
- Oye, Manolillo, ¿vienes de confesarte ?
- Si.
- ¿Y de que humor esta hoy el cura? Porque si esta
cabreado me confieso otro día...
- Na, no te preocupes, esta de un humor genial, mira, a mi me acaba de dar un mes libre para pecar y tres buenas pistas...!!
NaClu2!!!